Vistas de página en total

lunes, 15 de noviembre de 2010

.

- ¿Tengo algo en la cara?
- No.
- Dale, fijate bien, ¿no tengo un moretón?
- No sé, no veo nada. ¿Donde te duele?
- ¿Hinchado tampoco?
- NO che! me decís qué pasó que me hiciste venir así?
- Nada, me parece que la ligué.
- ¿De qué hablás? ¿te pegaron? Estás... bien, me parece
- En la cara
- ¿Quién?
- La realidad. Igual dejá, si decís que no tengo marcas me quedo tranquila.

viernes, 12 de noviembre de 2010

CONFESIONES DE PRIMAVERA

Me pone mal decirlo, pero cada día te detesto mas. ¡Con lo que yo te quiero!. No te das una idea el esfuerzo sobrehumano que hago por tolerar tu saludo, tu carcajada molesta, tus charlas egocéntricas, tus charlas tristes, tus alegrías. Detesto todo lo que sos y todo lo que te rodea.
He llegado a odiar hasta la ropa que usas, cuando la veo puesta en otra persona. También la música que escuchas y ese look tan normal que me envenena de solo pensar que no tenes muchas cosa sobresalientes criticables, normal.
Cuento las horas desde que te vas, para ganarle tiempo al tiempo y aprovechar al máximo tu ausencia. Cada vez que te veo llegar estoy bien, un dejo de optimismo hasta que me saludas y vuelvo a detestarte. Adelante tuyo la paciencia me dura solo tu silencio. También odio cuando no hablas, no entiendo a qué venís si no hablas. Y más aún cuando forzamos una charla.
Si hasta sueño con la idea de irme y que nunca más me veas, cambiar el teléfono, no dar datos de mi paradero y llamarte un día en privado para decirte todo esto. ¡Con lo que yo te quiero!.
Sabés que si te llegara a pasar algo yo me muero, o quizás no, pero me dolería hasta matarme un poco de mí con tu partida. No me perdonaría odiarte tanto y que te mueras sin saberlo. Buscaría todo el tiempo tu perdón por lo que pienso de vos, y enloquecería de saber que es un imposible.
Entonces te odio tanto, y odio tanto la idea de que te vayas sin saber lo que pienso, que me da miedo que al final pase una tragedia y cargue con culpa lo que me queda de vida. Por suerte aún tengo el don de engañarme impunemente y quererte cada día más.

martes, 9 de noviembre de 2010

Cotidianas

El me dijo:
- Mirá, tocá acá.
Le dije que estaba loco, que me iba a quedar pegada, que estaba enchufada.
Me contestó:
-Por eso.

martes, 2 de noviembre de 2010

LA VISITA

Tengo un comercio. Saco a la vereda una mesita de coca-cola que me prestaron con 3 sillas, y tomo mate al sol, fumo, miro y saludo.
A veces sucede que alguien viene a sentarse, alguien conocido que pasó y se sentó. Se sentó ahí y empezó a hablar, yo hablo, escucho más, lo miro, sonrío, escucho, digo una palabra, pienso que yo no lo invité, que quiero que se vaya, que no puedo pararme, que tengo que atenderlo. Sigue hablando, me distraigo, tengo las manos húmedas, me las froto por las piernas secándolas, después cruzo los brazos e intento ponerme en sintonía de la charla. Normalmente no me pongo así en mi vereda, solo cuando se sientan sin invitación y yo no quiero estar con nadie.
Le convido un mate, odio convidar un mate a un "conocido", siento que le doy el poder de seguir ahí. Tomamos mate, se pone más agradable porque mientras pensaba todo esto que estoy escribiendo, perdí 3 minutos y no escuche nada de lo que me dijo. Me ofrece un cigarrillo y digo que no, saco de los míos como un acto de violencia pero no lo asume así. Ni se da cuenta. Le robo fuego con una sonrisa, acoto palabras claves: "claro" "seguro" "ni hablar" y se que no es una posibilidad irme, entonces tengo que saber de qué habla porque empiezo a temer que me pida una opinión, y antes del desastre debo cambiar de tema.
Le pregunto si se queda unos mates más, con la esperanza de que no, me dice que sí, que me acompaña 2 o 3 porque está apurado. Entro, hago mate, tardo más de lo habitual, descubro que al hacer eso estiro la visita también, me resigno, paso a odiarlo por ponerme en esa situación sin consultarme, después me doy cuenta de mi intolerancia, pienso que es demasiado obvia mi cara, la cambio y me pongo verborragica pero ya es tarde. Se tiene que ir, se para, se despide y yo siento por dentro una vergüenza atroz y pienso "se dió cuenta".