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domingo, 26 de diciembre de 2010

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"Y yo procuraré no suspirar tan a menudo
y acostarme a una hora prudente.
Yo sé que afuera, inevitablemente,
me está esperando una nueva mañana.
Lo prometiste, radiante y soleada."

jueves, 16 de diciembre de 2010

ECOS

Hasta ese momento era más que una mirada, dos ojos desviando la atención que le provocaban mis piernas. Disimulaba tan mal que atiné a pensar que se trataba de una indirecta.

Yo crucé mis extremidades descubiertas para hacerle más difícil el trabajo de esquivarme, fantaseaba con sus celos desparramados sobre mi mesa al ver que otro apoyaba su mano en una de ellas, tan indiferente a la situación y con una risa exagerada y despreocupada hacia nuestros amigos.

Pero en un segundo la risa y la caricia fueron determinantes y lo ví rendirse ante la no lucha de lo efímero y ajeno. Me invadió la soledad, la cerveza con espuma en su boca ahora era el placer y yo era el pasado, el instante muerto a olvido. Atrás quedaban los segundos de sudor que había sentido al mirarme.

Me volví pequeña y la sombra de una mujer sensual, la mala resaca de la seducción, y seguro de sí mismo se dejó devorar por la puerta que conducía a los baños.

Todas las mujeres alegres en el bar parecían reírse de mí, y me cuestioné en silencio mi poco gusto y estilo de vestuario, con una vergüenza que horas atrás era insospechada.

No sé si volvió a la barra, porque pude divisar que dos mesas a la derecha un hombre mayor y solitario me guiñaba el ojo con picardía, y yo le devolví el gesto con tono frío y terminante, mientras pensaba: “¿Acaso este viejo no sabe que no puede alcanzarme? Qué ingenuo, si supiera que 5 minutos atrás fui una completa mujer fatal”

martes, 7 de diciembre de 2010

EL CRIMEN DE VIVIR

Jugar con fuego, estar al borde del abismo,
dejarse caer al precipicio, tocar fondo, cerrar los ojos,
nadar bien hondo, cruzar los dedos, penar en silencio,
creer en la amistad, encontrar el amor, esperar algo mejor.
El hábito de vivir suele ser muy pretencioso.

jueves, 2 de diciembre de 2010

CARTA A LA ABUELA

Abuela: quiero decirte que me cuesta mucho llamarte así porque siento que no te conozco mucho. Hace varios días te instalaste de visita indefinida en mi casa y de a poco voy sabiendo más o menos quién sos. Aprendo a llamarte "abuela" porque no quisiera herir los sentimientos de mi padre, quien al mismo tiempo aprende a llamarte "madre".
También estoy aprendiendo, no sin cierto esfuerzo a reír cada vez que recordas cuando hace 10 años me viste y era igual que un lechoncito, porque después siempre me la rematás con que me ves hermosa. Y ni te cuento las ganas que contengo de comparar mi peor época física con tu aspecto físico de paquete de yerba de 1/2 kilo.
Me gusta que me cuentes que sos radical y que si Cristina no vuelve a ganar te agarra un infarto, aunque confieso que me cuesta comprender esa emperrada contradicción, solo para decirte que sí y hacerte sentir vieja y loca. Bueno, tantos años sin vernos, abuela, y al final después de algún encuentro casual en 24 años decidiste que me extrañabas y querías verme, y así de suave te metiste en el cuarto de al lado. A este paso, con tu sordera y egoismo creo que podría llegar a aceptar las novelas centroamericanas de Canal 9, todas abuela, todas.
Tu juventud la veo reflejada en esa picardía que tienen los niños de preguntar todo, te veo en la edad de los "por qués" y aunque no puedo mentirte, me fastidia soberanamente tu voz, a la larga también voy a aprender a responderte todas y cada una de las preguntas que haces, con esa maldad, te reís como una hiena (me gustan los animales, abuela), y hablas con una voz finita y aguda que lastimaría a un sordo, pero te banco.
Debo reconocer que admiro con orgullo, porque al fin de cuenta somos familia, tu arte de actuar. Sos excelente en el rol de la protagonista victima, cuál Andrea del Boca buscando el momento adecuado para tirarte unas lágrimas y agregar "es que yo soy una jubilada nena, trabajé toda mi vida y ahora...". Yo no quiero ser mala abuela, ni tampoco increparte con la otra realidad, porque sabrás que todo lo sé de cuentos familiares. Comprendo que sos una jubilada pero si los comentarios no me llegaron errados.. nunca trabajasteS (S) como decís vos. Yo te creo abuela, nunca te haría sentir mal. Con vos aprendo también a contener mis ganas de asesinar a otra persona y descubro que tengo mucho auto control. Gracias abuela.
Te pido de gauchada, no me pidas jugar a la "escoba de 15" porque siempre que agarras el 7 de oro gritas "acá está piringo" y yo me río por no reírme en tu cara y después salir corriendo a llorar en mi habitación. Es duro abuela, duro.
Si tan solo tuviéramos menos diálogo para llevar lo mejor posible estos hermosos días, como me habías prometido. Y ahora, abuela, te gusta la ciudad, que extraño es todo esto, te gusta tanto que decidiste quedarte. No quiero desilusionarte y decirte que no es que el aire de acá en 3 días te curo la artrosis, sino que allá lo que tenías era comodidad y larvismo puro. Bueno, ahora que me enteré que te querés quedar, abuela, quiero que sepas que te la voy a hacer difícil, muy difícil. Te quiero y amo que forjemos un vinculo luego de 24 cortos años. Besos.