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lunes, 18 de julio de 2011

FIN DE SEMANA

Te doy noches eternas, rencores pasados, heridas abiertas, broncas generacionales, cicatrices que aún duelen, enojos sorpresivos, golpes de palabras, agresiones infundamentadas, amor en código, un ceño fruncido, dos días olvidables, tardes borrosas, gritos agudos, sueños frustrados, ordenes de colimba, cariño camuflado, depresiones asesinas, actitudes bochornosas, violencias no contenidas, compañia en cuotas. Te llevo el mate a la cama, te despierto con un beso y comenzamos la semana.

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domingo, 10 de julio de 2011

MI HIJO PEDRO

Estoy parada en el borde del abismo de toda adolescente que tiene una noche fugaz con un desconocido, y ahora afronta la pregunta: "¿lo vas a tener?".
Para algunas chicas de mi edad es el infierno, para otras una oportunidad. Para mí... aún no lo sé, y quizás no lo sepa nunca, o dentro de muchos años. O ésta tarde.
Justo en este momento soy, para algunos, una futura asesina, para otros, una víctima de mí misma. Para mí... aún no lo sé, o quizás nunca lo sepa, o dentro de muchos años. O ésta tarde.
Ya pasé las primeras 72 hs de tragedia. La noticia, la negación, el temor, la vergüenza, el miedo y la resignación. También vi a mi madre pasar por las mismas calles, y a mi padre ni siquiera tomarse el trabajo de mirarme y odiarme. No sé qué pasa con ellos, al menos no en verdad. Sé que están tomando el camino que muchos padres. Tomando decisiones correctas, asesorándose con los mejores "médicos".
A pesar del defraude que les ha provocado la "nena de la familia" me dieron el poder de elegir. No voy a mentir, no sé si es lo correcto, no sé qué facturas me pasará el destino, no sé cuál será el precio de mi consciencia ni quién seré mañana. Hoy, elijo ser asesina. Para algunos.
Camino a la "clínica" que nunca vi y espero no volver a ver, recibo el aliento de mi hermana mayor. Me abraza fuerte, me consuela, me contiene, me ayuda a luchar contra el miedo. Es extraño de qué va el amor. En las peores metidas de pata, nunca te abandonan.
Lloro, lloro porque he fallado, lloro porque hubiera querido que todo sea distinto, lloro porque no veo la maldita hora de acabar con esto. Sacar lo que haya que sacar y seguir con mi vida. Dar vuelta la página, y "aquí no ha pasado nada". Aunque en el fondo, lloro porque siempre voy a cargar con la decisión que a mi juicio, es correcta.
Tantos nervios, tanta desesperación, tanto infierno en mi cabeza. Entro, al fin, a la "clínica" donde nadie mira con dignidad a nadie. Me siento y veo como mi madre hace un papeleo absurdo, que tendrá como certificado el dinero. Me empiezo a sentir mal, me mareo, siento náuseas, me están explotando por dentro todos los gritos contenidos en estos últimos 3 días. Siento que voy a vomitar y de pronto me despierto en una cama.
No siento la mitad del cuerpo, no siento nada. Ni siquiera entiendo qué pasó. Tardo apenas unos minutos en orientarme y escucho a una mujer decirle a mi madre que lo perdí, por razones emocionales, suponen, en su ignorancia médica.
Me invade una angustia extraña, y en el intento de pensar que todo decantó (gracias a Dios) sin intervenciones de terceros, me viene a la mente un nombre. Extrañamente me viene el nombre que le hubiera puesto. "Pedro"


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