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miércoles, 20 de abril de 2011

AFUERA ("La Cola" de @Nippurdl Inspired)

Infinito agradecimiento a la colaboración y ayuda desinteresada de @_Pitufo_Grunion. Para él.


Nunca había estado en un robo a mano armada. Iba todos los miércoles al supermercado, porque con la tarjeta de débito hay un 10% de descuento, y en una compra semanal 20 pesos son 20 menos. Por lo general iba de tarde, en esa hora que las mujeres casadas han vuelto a casa después de buscar los hijos del colegio y están haciendo las compras para la cena, apuradas y enojadas vaya uno a saber con qué, o con quién.
Yo, por el contrario, veía un estorbo ir a hacer las compras, pero una vez ahí, tiraba todo mi peso sobre la baranda del carrito y me movía casi arrastrando los pies que parecían colgar. Era una mezcla de poca voluntad con tranquilidad. Miraba la lista que había escrito por el espanto de mi heladera vacía y los pocos elementos de limpieza. Miraba la lista, miraba la góndola, miraba la lista, miraba la góndola, y agarraba el café instantáneo grande, después de sumar dos frascos de 500 y verme pagando $2.5 más.
Por suerte hacía poco había cambiado la promoción de mi teléfono, lo cual me había dado un nuevo numero gratis, que ahora pertenecía a uno de mis mejores amigos. No era, lo que se dice "una joyita", pero yo lo quería, como se quiere a la familia con sus millones de defectos. A él yo ya no le marcaba los defectos, sino las virtudes que eran esporádicas pero bien recibidas. Ante cada situación aburrida e inevitable lo llamaba. Estaba en el médico y sin importarme si estaba ocupado o no, lo llamaba y mataba mis 50 minutos de espera entre charla y charla. ¿Ven? De fierro.
Mi fastidio semanal mutaba según el contexto. En mi casa me enojaba tener que salir a hacer las compras, en el supermercado me molestaba ver el carrito lleno, porque eso me decía que debía cargar con mil bolsas pesadas, y una vez agotada en mi casa por la carga, miraba las bolsas desparramadas sobre la mesada y me irritaba pensar que todavía faltaba ubicar cada cosa en su lugar. Como quien va a jugar.
Ese miércoles decidí comprar poco. Me distraje de mis compras con el estrepitoso ruido que provocaban dos nenes jugando en la cola y la discusión que siguió entre la madre de los mismos y un hombre que estaba atrás. No entendí qué pasó y eso me determinó a mirar con más atención. Noté, entonces, a una rubia que lo hipnotizaba, lo ví en sus ojos, en ambos. El tan tonto y perdido y ella tan dueña de esa sensualidad. Los movimientos torpes de él fueron muy evidentes y yo me sentí conmovida, quería ser la rubia, quería queme miraran con esa hipnosis y esa excitación. Todos esos pensamientos duraron hasta que él salió de la cola y no sé cómo ni por qué, luego de un ruido y una risa, lo encontré en el suelo, desparramado en yogurt y humillación. Me reí por vergüenza ajena y simulé estar mirando precios.
Habían pasado 15 minutos del hecho gracioso y yo seguía sin comprar casi nada. De pronto una catarata de gritos y un sacudido silencio que lo siguió me sobresaltaron endureciendo mi estómago. Un tonto quería robar el supermercado a mano armada. Yo no sé nada de armas, pero a juzgar por la manera temblorosa en que la agarraba, ni aunque fuese una AK47 podría hacer más que asustar un poco y hacer gritar a las cajeras paranoicas.
Viendo el cuadro desde atrás de un expositor de Gillette, noté lo poco sutil que fui. Un llamado anónimo había alertado al 911 sobre un joven que estaba a punto de cometer un asalto. Lo vi mirarme mientras caía, infantil y asustado. Lo vi preguntarme por qué con la mirada, y me escondí. No debió confesarme mientras hablábamos entre góndolas y promociones de su próxima aventura delictiva, justamente hoy, justamente aquí. Cuando todo se calmó, compré 2 o 3 cosas que ni recuerdo, pagué y me fui. Había entregado a mi amigo en un torpe atraco mal improvisado y estúpido, y me sentí tan mal que solo pude pensar que le había hecho un favor. Al fin y al cabo él siempre andaba en estas cosas y ahora solo lo guardaban por un intento de robo. Quizás de llegar más lejos, en otro momento lo hubiesen matado y lo quiero tanto que no lo hubiese soportado. Al final, sin echarle la culpa a nadie, es cierto aquello de que por amor terminamos mal. ¿Donde andarán?.

4 comentarios:

  1. Gatita:
    Fué un placer enorme. Me encantó el cuento!

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  2. Buenísimo el cuento, te felicito. Ah, y una cosa, esos dos que vos viste, los conozco bien. Nicolás y Mariana. Los veo dando vueltas en mi cabeza bastante seguido. Gracias por darles entidad vos también.

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  3. Gracias chicos. A mi modesta forma de escribir, esto nace por uno y se logra por el otro. Es, mal que les pese, un poco de ustedes. Saludos a ambos! y gracias por pasar.

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  4. modesta forma de escribir?? sos una geniaaa! :D

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